Fue allí mismo, donde comenzó todo y donde todo cayó.
Dentro del gran todo interno, en pleno momento de fisión
e intercambio energético de los polos, ocurrió el declive.
En mi intento por absorber y rechazar la mala vibra,
el agujero negro generado para tal fin,
absorbió más de lo que podría haber resistido jamás.
Sobrecargándose y provocando una reacción exoérgica.
El universo interno estalló, dejando rastros
de lo que alguna vez logré ser.
Y en el inmenso lago cósmico, se ven destellos
e imágenes en forma de recuerdos estelares.
de lo que alguna vez logré ser.
Y en el inmenso lago cósmico, se ven destellos
e imágenes en forma de recuerdos estelares.
Orbitan con escasa energía los satélites
que alguna vez, engendraron ideas magnéticas
y la idea de reformar el espacio mental con los restos.
Crear un nuevo universo a raíz de lo que alguna vez,
fue un sistema completo.
¿Qué vale más que la propia luz regenerada?
Implica silencio, introspección y la total capacidad
de autoaceptación. Ahí recién se puede hablar
de volver a pensar en la creación.
El cristal de la objetividad, aún agrietado,
hace sus últimos esfuerzos para regenerarse a sí mismo
y tener el control de decidir la dirección a tomar.
En ese momento, llegó a refractar el último ápice de esperanza,
en forma de luz. "Un rayo proveniente de la alineación planetaria
penetró en mi mente y me dijo mi razón de ser".
Y mientras tanto, sabiendo mi razón de ser,
debo lidiar con la dualidad interna y aceptarla.
Usando el silencio como aliado, la objetividad como herramienta
y la soledad como el entorno propicio para germinar
al nuevo ser.
¿Quién soy? ¿Qué soy? Son preguntas de las cuales
sólo yo tengo la respuesta...