miércoles, 6 de abril de 2011

Septem

El Sol no brilla con cualquiera palabra.
Es necesario el tono adecuado para abrir el candado cósmico
que delimita la luz de la oscuridad;
que genere el fulgor, la intensidad.

Difícil es frenar a Marte.
Aceptar los complejos de Venus.
Y comprender el mandato de Júpiter
junto con su interminable elocuencia.

La voz que no calla y que rige en su propia órbita;
la palabra exacta y majestuosa
que a muchos les pesa,
a otros los llena de dicha.

El guerrero habla por si solo
rojo y ferviente
siempre latente y atento
esperando ese momento.

La doncella se acompleja
por los principios de su concepción.
Su mente vaga recorre un mundo utópico
que el padre advirtió.

En el trono de tierra vi a la Luna
frígida pero presente.
Convirtiéndose en el inicio

del cuerpo fluvial.

Consciente y próspero percibí a Mercurio
la pasión personificada.
Su ánimo, buen augurio.
Es él, el que no desanima
ni se resiente.

La totalidad abarca el gran estadio.
Saturno, implacable como el tiempo,
gobernaba los mil rayos solares
y regía en el limbo mayor.
me abrazó con su anillo
...y me volví sabio e iluminado...

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